Persona descubriendo su inteligencia emocional

El punto de partida para la Inteligencia Emocional

En 1990, Peter Salovey y John Mayer desarrollaron el término inteligencia emocional, definiéndolo como el conjunto de habilidades que nos permiten identificar, comprender, controlar y valorar las emociones de nosotros mismos y de otros.

Posteriormente, Daniel Goleman, escribe el libro “Inteligencia Emocional” y establece que no es la inteligencia cognitiva lo que se necesita para tener éxito en la vida, sino, la inteligencia emocional.

Personas con altos niveles de inteligencia emocional tienden a tener un mejor desempeño personal y profesional porque son capaces, entre otras cosas, de:

  • Generar confianza
  • Empatizar
  • Persuadir
  • Valorar diferencias
  • Escuchar mejor
  • Colaborar
  • Ser más resilientes a obstáculos y contratiempos
  • Responder de manera más asertiva al conflicto y a la ambigüedad
  • Mantener la calma en situaciones estresantes
  • Liderar con el ejemplo
  • Recibir retroalimentación sin sentirse atacado(a)
  • Reconocer sus errores

Los beneficios y el impacto que la inteligencia emocional tiene en los diferentes contextos y roles que desempeñamos, son evidentes, pero, pueden parecer difíciles de alcanzar, ¿por dónde empiezo?, ¿qué necesito?, ¿cómo puedo hacerlo? El punto de partida para crecer y tener un mayor dominio de nuestra inteligencia emocional es el autoconocimiento, este es el elemento clave con el cual tenemos que empezar. Usar una herramienta valiosa y confiable como el MBTI® para tener un mayor entendimiento de nosotros mismos y de los demás, es una gran alternativa.

El Myers-Briggs Type Indicator® (MBTI®) fue desarrollado por Katharine C. Briggs e Isabel Briggs Myers, a partir de los estudios de Carl G. Jung. Esta herramienta nos permite identificar nuestras preferencias con respecto a:

  • Dónde enfocamos nuestra atención y energía, preferencia a la introversión (I) o extroversión (E).
  • Cómo percibimos la información y en qué información confiamos, preferencia a la sensación (S) o intuición (N).
  • Cómo tomamos decisiones, preferencia al pensamiento (T) o al sentimiento (F).
  • Cómo nos orientamos al mundo exterior, preferencia al juicio (J) o a la percepción (P).

Al identificar nuestra preferencia en cada uno de estos cuatro pares de opuestos obtenemos nuestra tipología, cada una tiene características únicas y especiales con fortalezas y puntos ciegos. Conocerla nos permite tener una mayor comprensión de nosotros mismos y de los demás. El MBTI® también nos ayuda a generar tolerancia y comprensión frente a las diferencias y esto le da un significado diferente al desarrollo de nuestra inteligencia emocional. Nos permite reconocer que los demás pueden tener preferencias diferentes a las nuestras y eso, no nos hace mejores, peores, más o menos eficientes, simplemente, nos hace diferentes. Aprovechar y apreciar estas diferencias nos brinda la oportunidad de empatizar con las personas que nos rodean y, por resultado, establecer relaciones sociales más constructivas y positivas basadas en el respeto y en la confianza.

Es importante mencionar que cada tipología puede tener un estilo o manejo preferido de las emociones. Una persona con preferencia a la introversión (I) puede guardarse más sus emociones y centrarse en los elementos intrapersonales de la inteligencia emocional, aquellos que tienen que ver con el autoconocimiento y la autogestión. Las personas con preferencia a la extroversión (E), pueden tender a expresar sus emociones de manera más abierta, permitiendo a otros saber lo que sienten, centrándose más en los elementos interpersonales de la inteligencia emocional, aquellos que tienen que ver con la empatía y con la gestión de relaciones sociales.

Una persona con preferencia a la sensación (S) se puede fortalecer de la inteligencia emocional identificando cómo la forma en que percibe y utiliza la información, en ocasiones, puede impedirle abrirse a nuevas ideas y apreciar de manera global su entorno. Por otro lado, una persona con referencia a la intuición (N) se puede fortalecer de la inteligencia emocional a través de identificar cómo la forma en que percibe y utiliza la información lo pueden llevar a generar una serie de posibilidades e ideas sin considerar, en ocasiones, la ejecución.

Una persona con preferencia al sentimiento (F) puede tender a identificar con mayor claridad cómo sus acciones impactan en las relaciones. Las personas con preferencia al pensamiento (T) pueden ser percibidas como más impersonales.

Las personas con preferencia al juicio (J) pueden encontrar en el orden, la estructura y la planeación, herramientas para gestionar el estrés. Así mismo pueden parecer firmes y con tendencia a terminar pronto con el conflicto. Las personas que prefieren la percepción (P), pueden optar por estrategias flexibles y exploratorias para enfrentar el estrés y pueden parecer más abiertas y con tendencia a aplazar el conflicto hasta explorar diversas posibilidades para enfrentarlo.

Una vez que exploramos el autoconocimiento y con esto detectamos nuestras emociones, podemos gestionarlas, dándoles el rumbo y la intensidad correcta. Cuando logramos lo anterior es momento de enfocarnos en comprender las emociones de los demás y cómo nuestras reacciones impactan en ellos; de esta manera el ciclo de la inteligencia emocional se cierra dando como resultado una gestión de las relaciones más sanas y exitosas.

El Myers-Briggs® se puede aplicar en talleres de inteligencia emocional, comunicación, desarrollo de liderazgo, toma de decisiones, manejo del estrés, manejo de conflictos, manejo del cambio e integración de equipos, entre otros.

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Autor HDS - marzo 13, 2023

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